Perfil

LA LLANURA DE LOS CIELOS ALTOS


No sé cuál será el nombre de Bibiana Rojas cuando habita en la “llanura de los cielos altos”; tal vez ella algún día nos lo revele.

Sí sé (y de esto estoy convencido) que cuando toma sus lápices y sus pasteles, mueve al mundo hacia una nueva forma, un nuevo color… y le confiere esa divina energía vital que los artistas de fuste poseen.

Rojas se adentra en la ensoñación de las ideas y las vuelve concretas. Les da un nuevo territorio: el papel, el color, las luces y las sombras. Ella está en los detalles: el papel no es sólo papel. El rojo no es sólo rojo. Como corresponde. Ella flota en el tiempo y ve como lentamente transcurre el Universo, su Universo personal; y en eso... “Necesito bosque” susurra un alma dentro de la artista, “necesito aire”. Y ella Interpreta ese suspiro y cuán Dios (¿o Diosa?) al crear al mundo dice: “hágase el bosque” y el bosque aparece. “hágase el aire” y, ella primero y el lector-espectador después, comienzan a respirar esa brisa celestial que sus ilustraciones  donan a los espíritus sensibles.

Podría hablar mucho más sobre Bibiana Rojas, pero por ahora solo les dejaré algunas palabras-guía para que puedan adentrarse un poco más en el conocimiento de la artista y su obra: Haiku, Japón, danza, armonía, textura, fuerza, sorpresa, tranquilidad.

Dice Vicente Huidobro en su Arte Poética: “Que el verso sea como una llave/ que abra mil puertas. / Una hoja cae; algo pasa volando; /cuanto miren los ojos creado sea, / y el alma del oyente quede temblando.”

Quizás sin saberlo, Rojas sea una fiel discípula del “pequeño dios”.

Adolfo A. Chouhy