Abstracción, texturas y tramas
Entiendo la vida como una abstracción de texturas y tramas.
Las percibo en múltiples experiencias,
por ejemplo las visuales y táctiles de una seda o una lija; la piel de los niños;
las rugosidades propias de la vejez, la sinuosidad de las rocas, etc.
Me asombran los grosores o finuras en determinadas acciones,
y en manifestaciones como la literatura o la música,
que también poseen texturas que calman o enervan.
En mi viaje personal descubro tramas que me remiten por igual
a lugares físicos o del alma. Algunas me llevan hacia espacios abiertos,
a senderos sagrados o mundanos, a caminos paralelos o cruzados…
En tanto otras me sumergen en profundidades ríspidas,
lacerantes, o en ardores espirituales que provocan buscar
el tipo de urdimbre para lograr experiencias sanadoras,
en las que nuevamente la trama se tranquilice,
se sienta armoniosa en forma y color, transmita calidez, paz.
La disposición de lo externo se va reproduciendo
en una interna estructura que sostiene o modifica emociones,
acciones, ritmos, transformando los instantes en días,
y los días en tiempos más extensos, cada uno con su tensión,
forma, ligazón más o menos ceñida.
Las hay en cada vibración, en cada latido.
¡Texturas acompañando la vida!
Desde mis pinceladas busco testimoniar
una manifestación de texturas.
Las hay para las penas; las sorpresas; el amor;
las mezquindades y las entregas.
Diana Alvarez